La vida naciente

La creación de Dios: el universo, la tierra, la naturaleza, los seres vivos, el hombre…, creación magnífica en todos sus aspectos, fuente de inspiración y contemplación, se desborda cuando nos detenemos ante una vida naciente.
Parece que toda la ternura, la misericordia y el poder de Dios se concentran en lo más pequeño e indefenso: en la criatura que se estrena ante la vida y para la que todo es nuevo y novedoso.
El germen de una nueva existencia partícipe del que Es, comienza a caminar en el paso breve y amplio del tiempo.

Dios Padre, bondad infinita, creador de los cielos y de la tierra, elige de entre todo el cosmos aquello que no cuenta para anular a lo que cuenta. Se somete a sí mismo a la voluntad de una joven doncellita pequeña y sublime para, con su consentimiento, tomar carne y hacerse pequeño.
Y así nuestro Padre Dios nos enseña que la realidad de este mundo está distorsionada, que lo que el mundo llama grande, en realidad es pequeño e insignificante y lo que el mundo llama pequeño y nada, es en verdad grande, magnífico y hermoso.
Jesús, Hombre y Dios verdadero, ya comienza a enseñarnos desde el seno de la Virgen María qué grande es la criatura engendrada desde el vientre de su madre.

La defensa de la vida naciente es una obligación ineludible de todos los hijos de Dios. Quien no ampare a una madre que lleva en sí una vida en germen es un criminal y un asesino peor que Caín y más nulo que el primer Adán. Y una mujer que arranca de sí una vida que comienza es muchísimo peor que Eva, esta introdujo la muerte en el mundo y aquella la introduce en su propio cuerpo.
Hemos de hacer todo lo posible por defender la vida, por amparar a los más indefensos. Tenemos la obligación de manifestar públicamente la verdad de estas realidades, no podemos consentir que lo que es malo se le tenga por bueno. No podemos dejar que tantas mujeres se engañen a sí mismas y egoístamente pongan su vida por encima de la de los indefensos.

Roguemos sin descanso a Dios Padre y a María Santísima para que la vida sea protegida, para que se abran los ojos de los que legislan y gobiernan y dejen de llamar libertad y derecho a lo que es un crimen abominable. También los terroristas matan por alcanzar una libertad política y territorial ¿de qué lado hay que analizar las cosas? ¿de qué lado está la ley y el derecho? ¿del lado de la víctima o del criminal? ¿de la verdad? ¿cómo es posible que se pida justicia ante un niño al que se le arrebata la inocencia y no se defiende al que se le arrebata la vida?

Qué ciego está el mundo cuando falta la luz de la Fe, qué torpe y ruín cuando quiere hacer una ley al margen de la Ley de Dios, qué frío y gris es un mundo que vive en un Estado sin Dios.
Que el arma poderosa del Santo Rosario sea nuestro instrumento de lucha contra la injusticia. La Virgen Santísima, Omnipotencia suplicante, alcanzará del Cielo la luz necesaria para que las conciencias y las naciones erradiquen de una vez la peste terrible del aborto.
Recemos el Rosario por los no nacidos, por sus madres y por cuantos hayan participado en este terrible crimen.