Sólo a Dios es a quien adoran los ángeles, sólo es a Él a quien dan
culto. También ellos pasaron la prueba de la libertad y lo eligieron a Él.
Cuando se termine esta vida y entremos en la Eternidad , veremos la
cantidad de energías que hemos malgastado en cosas tan absurdas como tener más que otros, el ser más que otros, el estar por encima de los otros... cuanto
tiempo perdido en el vacío, irrecuperable, malgastado, adorándose cada uno a sí
mismo.
Quien ponga su adoración en las criaturas o en
sí mismo, habrá hecho su peor negocio, mientras que nadie quedará defraudado de
haber adorado a Dios.
Gastar la vida en la adoración a Dios es como si, habiendo recibido
de Él un lápiz y unas hojas en blanco, los utilizáramos en escribir magníficas
obras de literatura; es como si nos hubiera dado un poco de tierra y sólo un
pequeño apero de labranza y los usáramos para producir las cosechas más
variadas y abundantes. La materia, que de por sí es pobre, transformada por la
voluntad del hombre, se convierte en trascendente.
Eso es adorar a Dios: levantar un edificio con piedras, ornamentarlo
con maderas y pintarlas, adornarlo todo con flores, quemar incienso y velas,
ataviarse con lo mejor y más digno que se tenga, cantarle como lo hacen los
ángeles, rezarle como le rezan los santos, alabarle como lo alaba la Iglesia y mirarle como lo
mira su Madre.
Adorar a Dios es amarle.
No adoréis a nadie más que a Él
Poner los ojos en las criaturas, es poner los
ojos en el tiempo, en lo caduco; y mirar a Dios es poner los ojos en la eternidad.
Poner los ojos en Dios es darle el corazón. Y quien ponga la mirada en Dios
poniendo en Él el corazón, recibirá la mirada de Dios recibiendo de Él su
Corazón. Sólo Dios merece ser mirado con las miradas más tiernas de nuestro
corazón y adorado con el culto más perfecto de todo nuestro ser de hombres y
mujeres.
No pongáis los
ojos en nadie más que en Él
Sólo Dios puede sostenernos hasta el extremo de sufrir las mayores
contrariedades, la vida es ciertamente un valle de lágrimas y lo es para todo el
mundo, nadie pasará por esta vida sin ellas, pero es distinto llorar en
soledad, apoyados en las criaturas o llorar reclinando la cabeza en el Corazón
de Dios.
Sólo Él os puede
sostener
La libertad que sólo Dios puede dar es la única y verdadera libertad
que corta amarras con el mundo, el demonio y la carne. Para ser libre hay que
mirar sólo a Dios, hay que dar el corazón sólo a Dios.
Sólo Dios hace libre a quien sólo a Dios adora.
Sólo Él os da la
libertad