¿Dónde están mis hijos?


Pregunta mi Padre Dios por mis hermanos

¿qué le diré a mi Padre?
Padre, tus hijos se pierden porque no hay quien ruegue por ellos.

Preguntó en otro tiempo a un hermano por otro,…
¿dónde está tu hermano?
a mí me pregunta por ti,
a ti te pregunta por él.

¿Qué estamos haciendo por nuestros hermanos?, por aquellos hijos de Dios que se van perdiendo poco a poco cada día, y al fin se pierden por completo cuando mueren sin la gracia, rechazando a su Padre, sólo porque no pedimos lo suficiente, porque no hemos ofrecido sacrificios por los pecadores. ¡Nuestros hermanos se pierden!

¿Dónde están mis hijos?

Nuestra Madre María también nos pregunta por nuestros hermanos, aquellos pobres pecadores por los que no pedimos.
Si Caín mató a Abel voluntariamente, quien no reza está dejando morir a otros por los que María le preguntará cuando llegue al Cielo: ¿Dónde están tus hermanos? ¿Dónde están mis hijos?.

Qué gozo será llegar al cielo cogidos de la mano de un montón de almas de hermanos por los que hemos rezado a lo largo de la vida…

Qué desgracia tan grande, qué mirada la de Dios nuestro Padre y María nuestra Madre, si al llegar junto a Ellos no llevamos a nadie de la mano por haberle negado nuestras oraciones. Otro nos llevará a nosotros de la mano.

¿Cuánto valdrá un Ave María que rezamos?
Puede valer tanto como la gracia necesaria para salvar un alma.

¿Cuánto valdrá un vaso de agua que dejamos de beber y ofrecemos a Dios por un pecador?
Puede valer tanto como la gracia necesaria para que un hombre se convierta y pida el bautismo.

¿Cuánto vale la sonrisa que regalamos a un enemigo?
Puede valer tanto como la gracia necesaria para que un ladrón abandone su pecado, y se convierta en generoso donante de sí en amor de caridad.

¿Cuánto vale la señal de la cruz que hacemos cada día al levantarnos, al salir de casa o al regresar?
Puede valer tanto como la gracia necesaria para que un moribundo pida los últimos sacramentos.

¿Cuánto vale esa Misa a la que acudimos cada Domingo?
Vale tanto como Dios mismo.
Como la gracia necesaria para que el Corazón de María atraiga a muchas almas hacia Él.

¡Tanto vale lo poco que hacemos!

¿Queremos llegar al Cielo de la mano de muchos hermanos y decirle a nuestro Padre Dios y a nuestra Madre María: ¡Aquí están tus hijos! ¡Aquí están mis hermanos!.

¿Cómo será de amorosa esa mirada de ellos hacia nosotros?
Adelante, comencemos ahora, no perdamos el tiempo, que todo pasa muy rápido.