¿Quién entenderá el corazón humano?
Solamente quien
lo creó lo conoce.
Lo mismo que una máquina la conoce a la perfección quien
la construyó y no quien la quiere utilizar. Lo mismo que una casa la conoce quien
vive en ella y no quien entra de visita, así Dios conoce nuestro corazón.
Igual que el rebaño es querido por su dueño y a cada
oveja la llama por su nombre y ellas le conocen. Igual que el pastor guarda a
sus ovejas y las lleva a verdes prados. Igual que el dueño del rebaño conduce
en brazos a las enfermas, así ama Dios a cada uno de sus elegidos.
Sólo él es el Buen Pastor, y no el asalariado que
enseguida se cansa del frío o del calor, que se queja del jornal que le dan o de
la comida que se lleva al campo.
El asalariado no corre tras la oveja perdida, eso sólo lo hace el Buen Pastor que de verdad ama y da la vida por cada una de ellas.
El asalariado no corre tras la oveja perdida, eso sólo lo hace el Buen Pastor que de verdad ama y da la vida por cada una de ellas.
El Buen Dios es el único pastor de las almas que
lleva a sus ovejas en brazos, mientras el asalariado las lleva a golpes de
cayado. Sólo Él conoce cada corazón.
¡¿Cómo confundir el golpe del asalariado con la
caricia del Pastor?!
¡¿Cómo alejarse del Buen Dios por culpa de los malos
pastores?!
Hay almas que se alejan del rebaño escandalizadas
por algún asalariado, …¡pobre asalariado! ¿cuál será la mirada que le dirija el Dueño
del rebaño cuando le tenga que rendir cuentas de sus ovejas?
Hermanos, recemos con toda la intensidad que podamos
por los malos pastores, porque mucha y grande es la cuenta que tendrán que dar
a Dios. Porque si mucho se les confió, mucho más se les exigirá.
Cuando Jesús hace confidencias a los Santos siempre
les habla de estas espinas que tanto hieren su Corazón. Nuestra actitud ha de
ser rezar por ellos, y así lo pide Jesús a los Santos: que ofrezcan cualquier
sufrimiento o contrariedad por sus almas, para que Dios se apiade de ellos y
para que cuantos los contemplen, no vean en ellos más que a miserables
criaturas de barro y se den cuenta de que el asalariado no es el Pastor, sino
un empleado a quien se le confió parte del rebaño.
Esto no debe ser motivo para que las ovejas se
alejen del rebaño. Si hay ovejas que sufren los golpes del mal pastor y sienten
flojear las fuerzas, han de pensar que SOMOS
DE DIOS y nada ni nadie nos apartará de su lado, Él siempre da la fortaleza
necesaria para perseverar. No abandonemos nosotros ni dejemos que nadie abandone el redil por culpa de asalariados, recemos por ellos, que con eso agradamos mucho a Dios y consolamos en gran manera al Buen Pastor, al Corazón de Cristo coronado de las espinas.
Comportémonos como verdaderos hermanos, ovejas del
mismo redil, y si conocemos ovejas que sufren a malos pastores, ayudemos a
caminar a estas almas en este viaje de la vida porque Dios no quiere que nadie se
pierda por el camino. Gracias a Dios, en la Iglesia hay también buenos pastores, llevemos a las almas hacia estos buenos amigos de Cristo, siervos fieles y cumplidores. Buenos pastores que aman y dan la vida por el rebaño.