LA MATERNIDAD DIVINA DE MARÍA

Primer sábado en reparación al Corazón Inmaculado de María 
ofrecido para reparar las blasfemias contra la Maternidad Divina, rehusando al mismo tiempo recibirla como la Madre de los hombres.


1. LA ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS EN LAS PURÍSIMAS ENTRAÑAS DE LA VIRGEN MARÍA

"María sabe que el que lleva por nombre Jesús ha sido llamado por el Ángel Hijo del Altísimo (Luc 1:32 El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre;) María sabe que lo ha concebido y dado a luz "sin conocer varón", por obra del Espíritu Santo, con el poder del Altísimo, que ha extendido su sombra sobre Ella. (Luc 1,35) María sabe que el Hijo dado a luz virginalmente, es precisamente aquel "Santo", el "El Hijo de Dios", del que le ha hablado el Ángel. (Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, n 17)

María es verdadera Madre, ya que ella fue participe activo de la formación de la naturaleza humana de Cristo, de la misma manera en la que todas las madres contribuyen a la formación del fruto de sus entrañas. María es verdadera Madre porque Jesús es verdadero Hombre.

San Irineo: “Este Cristo, que como Logos del Padre estaba con el Padre fue dado a luz por una Virgen”


2. LA VISITACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA A SU PRIMA SANTA ISABEL

39.En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; 40.entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. 41.Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; 42.y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; 43.y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? 44. Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno.

 “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros...” Con Isabel, nos maravillamos y decimos: “¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?” (Lc 1, 43). Porque nos da a Jesús su hijo, María es madre de Dios y madre nuestra; podemos confiarle todos nuestros cuidados y nuestras peticiones: ora por nosotros como ella oró por sí misma: “Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38). Confiándonos a su oración, nos abandonamos con ella en la voluntad de Dios: “Hágase tu voluntad”. 

San Gregorio de Nacianceno: “Si alguno no reconoce a Santa María como Maria Madre de Dios, es que se halla separado de Dios”


3. EL NACIMIENTO DE JESÚS EN BELÉN

María es verdaderamente “Madre de Dios'' porque es la Madre del Hijo Eterno de Dios hecho Hombre, que es Dios mismo.

En palabras del papa Pablo VI, "el tiempo de navidad es una conmemoración prolongada de la maternidad divina, virginal y salvífica de aquella cuya virginidad inviolada dio el Salvador al mundo". La fiesta de la maternidad Divina es un resumen y una exaltación de este misterio. Tiene por finalidad "exaltar la singular dignidad que este misterio reporta a la santa Madre a través de la cual recibimos al Autor de la vida (Marialis cultus, 5).

San Hipólito: “El Verbo descendió del cielo a la Santísima Virgen para que, encarnado en Ella y hecho hombre  en todo menos en el pecado, salvara a Adán, que había perecido” 


4. LA PRESENTACIÓN DEL NIÑO EN EL TEMPLO Y LA PURIFICACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

Los padres griegos aplicaron a María el título Theotokos (portadora de Dios) ya en el siglo III. Los concilios de Efeso y de Calcedonia defendieron este título. En Occidente, María fue venerada de forma similar como Dei Genitrix (Madre de Dios). En el antiguo canon romano es conmemorada como la "siempre virgen madre de Jesucristo nuestro Señor y Dios".

Además de su función como "Portadora de Dios", está su maternidad espiritual respecto de la humanidad. Como Eva fue la "madre de todos los hombres" en el orden natural, María es madre de todos los hombres en el orden de la gracia. Al dar a luz a su primogénito, parió también espiritualmente a aquellos que pertenecerían a él, a los que serían incorporados a él y se convertirían así en miembros suyos. El es el "primogénito entre muchos hermanos", la Cabeza de la humanidad redimida, el representante de la humanidad que une todas las cosas en él.

Clemente de Alejandria Siglo III.  Concluye en su exegesis cristológico que Cristo es theanthropos (Dios-hombre); explica la communicatio idiomatum; María es Madre de Dios (conclusión de esta doctrina).


5. EL NIÑO PERDIDO Y HALLADO EN EL TEMPLO

Llamada en los Evangelios "la Madre de Jesús", María es aclamada bajo el impulso del Espíritu como "la madre de mi Señor" desde antes del nacimiento de su hijo. En efecto, aquél que ella concibió como hombre, por obra del Espíritu Santo, y que se ha hecho verdaderamente su Hijo según la carne, no es otro que el Hijo eterno del Padre, la segunda persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia confiesa que María es verdaderamente Madre de Dios ["Theotokos"].

San Bernardo: “El único nacimiento de Dios era el procedente de la Virgen; asimismo, la dignidad de la Virgen demandaba que quien naciere de ella no fuere otro que el mismo Dios. Por esto el Hacedor del hombre, al hacerse hombre, naciendo de la raza humana, tuvo que elegir, mejor dicho, que formar para sí, entre todas, una madre tal cual El sabía que había que serle conveniente y agradable”(Homilía sobre la Virgen Madre,2)

(Los párrafos de cada misterio han sido tomados de los puntos del CIC 495, 2677 y 509. De las catequesis del P. Raúl Alonso y de los Santos Padres)


Hoy nos hemos centrado en la Maternidad Divina con la intención de reparar las blasfemias que los malos hijos propagan contra la más excelsa y buena Madre que jamás hubo ni habrá y que también, lo crean o no, lo quieran o no, es su propia Madre. Fue Jesucristo mismo quien nos la dio por Madre como herencia en el momento supremo de su agonía.

Es evidente que cada uno de nosotros tenemos una madre que nos transmitió la vida y nos crió y hacia cada una de nuestras madres tenemos una seria obligación de agradecimiento por los trabajos que pasaron por nosotros.

Pero todos nosotros, como hijos de Dios y hermanos de Cristo, tenemos una Madre común hacia la que nos obliga todavía una mayor correspondencia que hacia nuestra madre de la tierra. Debemos tratar a María Santísima como a verdadera Madre y hacia Ella tenemos una gravísima obligación de amor y agradecimiento.

Es la Madre que nos transmite la Vida Divina, es gracias a Ella que obtendremos la Vida Eterna. Es María Santísima la que nos regaló a Jesucristo, el Redentor que nos abrió las puertas del Cielo y nos devolvió la amistad con Dios. Sin María no habríamos tenido a Jesús. No podríamos tratar a Jesucristo como a hermano mayor. No podríamos tratar a Dios como Padre!

María Santísima es verdadera Madre de Dios y verdadera Madre nuestra. Hemos ser para Ella el hijo bueno, el que siempre obedece, el que nunca disgusta su Corazón, el que sirve de apoyo y consuelo. Debemos ser para María Santísima como otro Jesús que la amemos, respetemos y obedezcamos con toda la fuerza de nuestros corazones y voluntades.