En espíritu y en verdad



Máxima importancia tiene también el modo de hacer la oración, porque, aunque ésta sea siempre un bien, no nos reportará fruto alguno si no sabemos hacerla como conviene. Santiago dice expresamente que muchas veces no se obtiene lo que se pide porque se pide mal.

Se ha de orar ante todo en espíritu y verdad, porque el Padre celestial desea que así se le adore (Jn 4,23).

Ora de esta manera quien hace su plegaria con íntimo y ardiente afecto del alma, sin excluir por esto la oración vocal. Es innegable que la oración que brota de un fervoroso e íntimo espíritu es muy superior a cualquiera otra; y Dios la escucha siempre, aunque no se exteriorice con palabras, porque ante Él están siempre patentes aun los más ocultos pensamientos.

Así escuchó Dios la súplica de Ana, madre de Samuel, expresada solamente con lágrimas. 
Y David escribe: 


De tu parte me dice el corazón: buscad mi rostro; y yo, Yavé, tu rostro buscaré 
(Ps 26,8).


del Catecismo Romano